viernes, 14 de marzo de 2008

Felicidad Olaizola.- Elogio de la Ertzaintza


Decía Clemenceau, el gran político francés, para demostrar la legitimidad de la función policial, que él, presidente del Consejo, era el primer policía de la República.


El viejo “Tigre” comprendía la importancia de la Policía en un régimen de libertades y lo absurdo de mantener recelos y fobias frente a esa función en una democracia, recelos que sólo están justificadas en una dictadura cuando la policía es mas guardia pretoriana de un poder personal que un servicio público sometido a la ley común.


Cuando tenemos que asistir una vez más a un crimen terrorista, al asesinato de Isaías Carrasco, una persona inocente llena de vida y de proyectos, indefensa, en presencia de su propia hija, en un horrendo sacrificio humano que nos indigna a todas las personas de bien sólo podemos dirigir nuestra atención y nuestra esperanza hacia nuestras Policías, confiando en que su inteligencia y su valor nos permita asistir mas pronto que tarde a la detención y enjuiciamiento de los asesinos y a la derrota del terrorismo.


Frente a quienes desprecian la vida humana, y las normas más elementales de la convivencia democrática, aquellos que se colocan en un nivel de barbarie no ya sólo antidemocrático sino pre-político y tienen un proyecto ideológico que tiene la fealdad moral de sus crímenes, tenemos que confiar sinceramente en nuestras Policías porque nuestros agentes de la Ley son los que estan del lado de la libertad civil y del respeto a los derechos humanos de todos, porque los Cuerpos de Seguridad estan al servicio de la libertad y la seguridad de todos, sus aciertos son de todos y sus errores los pagamos de alguna forma entre todos.


El ejercicio práctico de esa función en la lucha contra el crimen terrorista no es nunca fácil y requiere de muchas virtudes como coraje, inteligencia, paciencia, y responsabilidad personal pero esa es la grandeza de la policía y de la democracia: la contención de la fuerza, la sumisión a la Ley. Como dice Sung-Tse : “La verdadera fuerza se ejerce siempre con delicadeza”.


Felicidad Olaizola

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