Este libro trata de las contradicciones entre la pertenencia cívica –vinculada al cosmopolitismo de los valores democráticos- y las pertenencias comunitarias de cultura, religión o etnia. A pesar de la aparente hegemonía del discurso cívico-político, que predomina en nuestra teoría política, nuestra práctica está sin embargo atravesada por identidades compactas, voces ancestrales y casticismos más o menos razonables. Esa tensión entre la democracia como valor político universal y nuestras pertenencias “tribales” de “la tierra y de la sangre” es consustancial a la historia de las ciudades y de la ciudadanía precisamente porque es en el medio urbano donde esas identidades sufren la presión de lo extraño y la atracción de lo cosmopolita.
El magma sentimental de nuestras pertenencias elementales no puede ser simplemente negado porque todo sentimiento reprimido es doblemente peligroso, habrá que hacerle por lo tanto un sitio al sol de la ciudad; pero teniendo siempre bajo vigilancia la tentación del casticismo como espuria legitimidad politica.
El magma sentimental de nuestras pertenencias elementales no puede ser simplemente negado porque todo sentimiento reprimido es doblemente peligroso, habrá que hacerle por lo tanto un sitio al sol de la ciudad; pero teniendo siempre bajo vigilancia la tentación del casticismo como espuria legitimidad politica.
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