La tradición democrática en Europa tiene dos fuentes, dos estilos, dos tradiciones principales: Inglaterra y Francia. Ambas ejemplares. Curiosamente en la construcción de las naciones parece que Dios se ha divertido en diseñar dos prototipos completamente distintos, en todo: Francia e Inglaterra; ¡ Qué países tan extraordinarios y sin embargo tan antagónicos¡: Inglaterra monárquica, aristocrática, liberal, protestante, insular, asimétrica, romántica, teatral, flemática, creadora del “sportman”, empírica, experta en caballos, tabacos y whiskies, genio del “humour”…Francia, republicana, continental, católica y/o librepensadora, racionalista, sanguínea, romancière, cultivadora del sprit, jacobina, simétrica, lujuriosa, bon vivante, clasicista, creadora del “gourmet”, experta en lencería, vinos y perfumes…Sin embargo en materia de influencia política siempre nos ha ido mejor inspirándonos en Inglaterra que en Francia. Francia ya no es para nosotros la Meca de la democracia como lo fue en tiempos de la Dictadura, en la que todo viento de libertad parecía que venía de Paris; nuestras instituciones democráticas y la propia sociedad española se han adelantado en muchos aspectos a la sociedad francesa y a la jacobina V República, pero de todos modos Francia sigue siendo un vecino imponente y las cosas de Francia gravitan sobre todos nosotros, como vascos, españoles y europeos de una manera especial. Es por eso que las elecciones presidenciales que están a punto de celebrarse en nuestro querido país vecino –douce France- tengan siempre interés y en ocasiones sus debates se trasladen a nuestra sociedad (casi) como una cosa nuestra. Dice la ley francesa que para ser candidato a la Presidencia de la República hay que tener la nacionalidad francesa, ser elector, y tener una edad de por lo menos 23 años, haber cumplido con las obligaciones legalmente establecidas en relación con el servicio militar, y acreditar dignidad moral. Este último requisito se presta a controversia, -¿tiene Lepen dignidad moral para ser Presidente?- pero de todas maneras su determinación en cada caso corresponde al Consejo Constitucional. En esta ocasión se han multiplicado las candidaturas. El sistema de doble vuelta permite un primer turno de votos en el que se multiplican las alternativas y se tantean los candidatos, para en una segunda vuelta centrar la elección entre los dos candidatos más votados: la primera vuelta tendrá lugar el próximo día 22 de abril y la segunda el 6 de mayo. Los nueve candidatos principales -los demás no son sino anecdóticos-representan un arco ideológico de lo más variado, a saber: François Bayrou –Unión por la Democracia Francesa- que se define como un combinado demo-cristiano y social-liberal; Olivier Besancenot –Liga Comunista Revolucionaria- ¡ todavía hay trostskistas en Francia ¡; Marie-George Buffet –Partido Comunista de Francia- ; Arlette Laguillier –Liga Obrera-otra escisión trostkista; Jean-Marie Lepen –Frente Nacional- con 79 años y candidato por quinta vez, heredero de la mas rancia ultraderecha francesa –pujadismo-; Ségolène Royale –Partido Socialista de Francia- y Presidenta dela Región Poitou-Charentes; Nicolás Sarkozy –Unión por un Movimiento Popular- es una amalgama de Gaullismo y liberalismo económico, asociado al Partido Popular Europeo- el candidato que parte como favorito; Philippe de Villiers –Movimiento por Francia- que representa un nacionalismo francés clásico vinculado a la derecho gaullista; Dominique Voynet –Los Verdes. Como veis, no faltan las alternativas y movimientos –sólo el Partido Comunista, se llama Partido-; se puede decir con justicia que en materia de variedad política los franceses son verdaderos gourmets. Todos los analistas dan como más probable que los dos candidatos que competirán en la segunda vuelta serán Sarkozy y Royale. Pero la experiencia obliga a ser cautos, en la última elección presidencial el candidato ultraderechista Lepen logró desbancar al candidato socialista –Lionel Jospin- y el duelo final lo fue entre Chirac y Lepen. El populismo visceral y extremista de Lepen encandila a ciertos sectores del voto de izquierda: uno de cada tres votos a Lepen en primera vuelta se calcula que votan en segunda vuelta por la izquierda. Los otros dos, por la derecha. ¿Cómo se puede interpretar esto? Quizá como decía Laurent Faubius: Lepen hace buenas preguntas, aunque da muy malas respuestas. El sistema político de la V Republica hecho a imagen y semejanza de su fundador el general De Gaulle, es presidencialista, aunque la función ejecutiva corresponde en realidad al primer ministro que sale elegido de la Asamblea Nacional. El Presidente sin embargo conserva importantes poderes de intervención en materia de Defensa, Relaciones Exteriores y es el depositario de los poderes de excepción que le otorga el artículo 19 de la Constitución por lo que su elección es de gran relevancia, además de por el hecho de que normalmente prefigura la mayoría política parlamentaria, aunque eso no ha sido siempre así, y de hecho Francia ha conocido periodos de cohabitación en los que la mayoría parlamentaria ha sido contraria a la mayoría presidencial. No se nos escapa que la elección Sarkozy-Royale, será vista en España como una trasposición de la confrontación Rajoy-Zapatero, aunque no podemos perder de vista que en Francia los socialistas son los aspirantes y en España en cambio son los titulares, lo que supone dos posiciones de partida muy diferentes. Por otro lado tenemos que reconocer que la cultura política francesa y la nuestra no son las mismas, para muestra un botón: cuando le preguntaron a Nicolás Sarkozy, que opinión tenía de los demás candidatos contestó que pensaba que todos ellos era personas excelentes porque para ser candidato a la Presidencia de un país excelente como Francia la sociedad francesa no admite sino a personas excelentes. Una respuesta de esa naturaleza marca un estilo – y ya sabemos que el estilo es el hombre- pero además presupone una idea nacional segura de sí misma, alejada de todo agonismo y confiada en las fuerzas sociales que componen la Nación, una nación de ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, que, a pesar de los problemas, y de las decepciones, creen en sus instituciones. Chapeau¡
Javier Otaola
abril 2007
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